lunes, 25 de julio de 2011

CERTEZA DE LO EFÍMERO

1


CERTEZA DE LO EFÍMERO


Y vamos y venimos
a través de miles de años
como si nos paseáramos
por el patio de casa.
Avanzamos y retrocedemos
por los pasajes de historia
con una antorcha que apenas brilla
junto a la inmensidad de las tumbas
y sólo queda la certeza
de estar flotando en una ola
que muy pronto caerá
sobre la arena indescifrable.


DESCUBRIMIENTO

La historia es larga y dura
y muchas veces deja en el alma
la sensación agonizante
de lo que se pierde sin remedio.
Tanta vida arrancada
de su lugar de origen,
tanto dolor, tanta sangre,
que se ha confundido con la tierra,
y sobre todo esa precisión
con que las dos fechas vacías
nos indican que todo transcurre
como en un libro que ya leímos.


ILUSIONES

Un largo desfile de restos
que el tiempo va deteriorando,
¿qué otra cosa nos queda
de lo que si existió ya no existe?
¿Quién nos dirá cómo fue
la mirada, la voz de César,
antes de que los puñales ciegos
lo borraran del universo?
Andamos entre los muertos
construyendo lo que no vimos
para conservar las ilusiones
de ese cielo que se nos escapa.


DESTINO HISTÓRICO

Y este amargo mar nos arrastra
sobre la débil barca del tiempo
rumbo a un destino inapelable
que en definitiva ignoramos.
¿Qué pudo ser del cuerpo
de aquel que “ensangrentando el llano”
llegó sólo a beber en el polvo
de un río que se queda sin nombre?
Como ese caballero alemán
vamos hacia la desembocadura
de un vasto río de silencios
que nos sumergirá entre sus ondas.


NO HAY REGRESO

Pero después no he de verte
conforme el sueño quiso alguna vez.
La despedida es tan brutal
como un ejército puesto en marcha
que lo derriba todo y hace
de los campos un trapo sangriento.
Nada regresa del adiós
cuando la muerte se hace cargo
y en la historia hay tan sólo fantasmas
que representan una voz rota,
tal vez los cacharros marchitos
de una olvidada excavación.


FEDERICO II

No sé por qué me produce nostalgia
tu nombre en este largo ocaso.
Será porque te encantaba el sol
del Palermo azul de tu infancia
y la vida te llevó tan lejos
de su infinita claridad.
Será tal vez porque yo quise
un cielo igual en mis sueños
y conocí la absoluta pérdida
de las rosas de la inocencia,
o es que tu vida fue tan plena
como hueca y sin gloria la mía.


EL EXCIPIENTE

El campesino medieval,
el pobre hombre de las eras,
el que pasó por el tiempo
sin que lo vea ni lo oiga nadie,
la masa-objeto para el trabajo,
para la servidumbre y el expolio,
el verdadero productor
de los bienes que dan el ser,
no figura en los libros de historia
y es sólo una clase difusa,
el excipiente descolorido
de la organización de la vida.


AMARGO ATARDECER

Este es un largo atardecer,
larguísimo y amargo.
Mientras subsiste la conciencia
se sabe del dolor y la angustia
y el mar inmenso del olvido
no llega con su dulce piedad.
Restos de todos los naufragios,
huellas del látigo en la carne,
todo se junta como un gran río
de rocas volcánicas que van
persiguiendo las desembocaduras
con su marcha desgarrada y lenta.

CENIZAS

Somos el polvo y la ceniza
que el tiempo esparce por el aire,
los vestigios de una memoria
cuya procedencia desconocemos
y no podemos hacer nada
contra el envejecimiento oscuro
que nos arrastra con los días
hacia su caverna sin sonidos.
Hubo tal vez un momento
de ser dichoso y reír
pero Ella siempre estuvo esperando
con la helazón de sus ojos negros.

VOLVER A VOS

Volver a vos, adonde estás,
a tu región de árboles verdes,
entre la llovizna mansa y suave
que impregna el aire con su brillo,
volver al zumo de las raíces
cuajadas de sal y barro
y al aroma límpido y salvaje
de la savia surtida en flores,
amor de entonces, de ese tiempo
de ser feliz como un potro
sobre las praderas y los pastos
de la inocencia esplendorosa.


JUANA DE ARCO

La guerra de los cien años
era una fiera enloquecida
con sus pezuñas de barro y sangre
sobre los territorios de Francia.
Acostumbrados a maldecir,
a humillar y violar, los ingleses
pisoteaban los verdes campos
destinados a la belleza.
Pero entonces llegaste,
blanca y dulce estrella de Dios
con ese poder innombrable
que iba a forjar la luz de tu patria.


LUIS IX, EL SANTO

Desde la espesa oscuridad
de las más cruentas historias
ensangrentadas por el vacío
que dejó Roma en su caída,
desde el tropel envuelto en llamas
de los potros, la grasa y el hierro
y las aldeas arrasadas
por la cruda impiedad de los hombres,
viniste a ceñir una corona
no carcomida por la ambición
y a esgrimir una firme espada
que sólo ansiaba el reino de Dios.


POMPEYO

La vanidad no es buena amiga,
lo saben todos aquellos
que súbitamente se enfrentaron
con los márgenes de la existencia.
Desventurado general,
toda tu vida llena de gloria
no fue sino el lento preludio
para una traición ignominiosa
porque en la guerra todo es lo mismo
y el propio César ignoraba
que su final sería un espejo
del que los dioses te dedicaron.


SALADINO

La gloria que fue estrépito
y una multitud de aberraciones
que le dieron al mundo su forma
siempre transitoria y cambiante
tuvo en el afán de tu brazo
los perfiles de lo inmutable
porque señaló en ti el poderío
que simplemente no se ejecuta.
Nadie te vio abrazado a la ira
ni entregado a la ciega venganza
aunque era tu ejército el más fuerte
porque sabías de Dios y del hombre.



LADY MACBETH

El monstruo no habitaba en la carne
de ti violento y frágil esposo
quien por su solo movimiento
jamás soñara la atrocidad
ni en la locura de su cerebro
para cuyo amargo extravío
asesinar a un rey todavía
sólo era asunto del infierno.
El monstruo estaba en ti,
dulce y encantadora flor
que con tan exquisita gracia
danzabas hechizando a tu huésped.


CAYO GRACO

No era el momento todavía
de pensar la justicia social
como el único rumbo posible
para consolidar la República.
La bestialidad de los señores
más refractarios que un ladrillo
no iba a entender jamás tu consigna
ni la de tu pobre hermano muerto
porque así pasa con los grandes
en este planeta de pigmeos
y es siempre la cruel avaricia
quien decide sobre las cosas.


DANTE

Desvencijado por las cenizas
pisaste al fin el esmalte
de la espesa y verde floresta
donde tu antiguo amor te esperaba.
Y todo sucedió entonces
como en los sueños más profundos
a los que siempre ansiamos volver
desde la infinita nostalgia:
la llamarada entre los árboles,
los símbolos místicos, la sonrisa
de la mujer que tanto quisiste,
la rosa de oro en el firmamento.


CONSTANTINO

No había en tu corazón indolente
ni un vestigio del cristianismo
y la serpiente de la crueldad
silbaba a veces en su seno
pero fue en él precisamente
donde Dios erigió su palacio
cuando la horrible desolación
amenazaba con destruirlo.
Tu inmensa vanidad nunca supo
que fundó un mundo interminable
y no sólo una ciudad y un edicto
o un vago concilio en Nicea.


NAPOLEÓN

El gran dilema de la existencia
pesó en tu corazón como en nadie
porque nadie alcanzó ese poder
que a ti te concedieron los dioses.
¿Cómo combatir a la bestia
que dominó sobre la historia
sin ejercer las mismas armas
y ambicionar las mismas glorias?
Siglos de negra sangre cayeron
sobre la oscuridad de tus noches
como esa capa de nieve muerta
que te desmanteló los ejércitos.


CARLOMAGNO

La loca convulsión que la historia
sufrió en la pérdida de Roma
cuando se desbandaron las águilas
por un cielo lleno de furia
tuvo en la estirpe de Clodoveo
su primer síntoma benéfico
porque de allí surgió la semilla
que iba a madurar en tu selva.
Sin ti no hubiera subsistido
la voluntad de hacer al hombre
esa imagen que Dios le insuflara
desde las tinieblas del odio.


AKHENATÓN

El reino que te tocó en suerte
fue demasiado largo y prolífico
como el salvaje talle del Nilo
cuyas aguas abarcan el mundo,
fue esculpido en la roca viva
con el marrón opaco del tiempo
y consagrado a los duros dioses
de la destrucción y la muerte.
Pero tu corazón comprendió
que sólo interesa la vida
y por eso fuiste un hereje
que las edades abominaron.


MIO CID

Mio Cid Rodrigo sabe
que el destino lo está esperando
junto a la luna ensangrentada
de las banderas almorávides.
“Toda batalla es la última”, piensa
y levanta los ojos al cielo
donde las altas nubes apenas
cristalizan el azul duro,
“todo amanecer es el último”
pero no existe pensamiento
capaz de sujetarle el ansia
que le ha brotado en el corazón.


BELGRANO

Cuántas enfermedades te acosan
mi desdichado general
como si tu cuerpo fuera el pozo
donde la Patria vuelca sus males.
No te dejaron ni un amigo
para contarle las penurias,
los mataron a todos
y hoy te rondan el lecho fúnebre
como si todavía temieran
que tu palabra agite a los pueblos
para que tejan una historia
donde sólo caben los héroes.


APARIENCIA

La historia existe
como la raíz en la flor
o como ese aroma que el viento
desprende de los campos segados.
Todo persona es más lo que ha sido
que lo que insiste en seguir siendo
por eso es tan difícil saber
de dónde viene nuestra imagen,
como una arqueología sin sitios,
como un poema sin palabras,
somos una apariencia que ignora
los designios que la formaron.


LA FORMA

Hice lo que más pude
por acercar a esta orilla
los restos del naufragio
en que se hundió mi corazón,
lo que más pude
que en verdad no fue nada
porque la esencia se ha perdido
bajo las inmensidades vacías.
Adiós, mi corazón,
adiós, mi bandera soñada,
sólo persisten unas maderas viejas
que no han de recuperar la forma.


MATERIA HISTÓRICA

Cuando desaparezca tu rostro
y nadie más te advierta en la tierra
sólo estarás en la memoria
de los que alguna vez te miraron.
Serás un recuerdo entristecido
que te evocará por un tiempo
y después nada más, nada más
en la terrible helazón nocturna:
palabras hechas susurros,
hojas entrelazadas en el mármol
como la inmensa estela que tejen
las humaredas de la historia.


DOCUMENTOS

En el atardecer del domingo
presiento el barro que nos acecha,
la terquedad definitiva
de la piedra con sus inscripciones.
Todo este negro río de vida
ciertamente va a terminar
en el oscuro precipicio
de los espacios primordiales
pero cualquier destino es mejor
que esta fragilidad de la carne
con la que andamos por la vida
dialogando sobre los muertos.


DESTINO

Se me ha pasado el tiempo
y es el momento de partir
hacia la sombra definitiva
donde el sentimiento se consume.
Lo que no ha sido no será,
la semilla que se quedó
sumergida en la tierra oscura
sin conocer la plenitud,
todos los gestos arrumbados
en el desván de las ilusiones
como los muebles llenos de polvo
y pezuñitas desconsoladas.


LA FUGACIDAD

Los árabes la representaron
en la corriente silenciosa
que al pie de los altos muros
hace ondear los sillares
y en los sutiles entramados
de las columnatas de azúcar
cuya fragilidad presagia
las indolencias del olvido.
Todo se desvanece
bajo la sucesión de los días
y el hombre apenas contempla
las cosas que se van con el viento.



VACÍO

Estoy plantado en medio del vacío. Me he detenido a escuchar el rumor de las cosas desaparecidas. Siglos, dinastías, reyes que sólo son nombres extraños. Los muros de Acadia, la arena del desierto, el viento que silba en la noche. No hay nada. Ya todo sucedió. Y yo me siento sumergido en esa desolación inmensa. Voy para ahí. Me disuelvo en tanto silencio. Soy polvo, soy nada, soy vacío. Es el amor perdido. Es la soledad


2

TIGRE DE PAPEL

Yo soy un tigre de papel
que nunca va a hacerte daño,
ni a vos ni a nadie, no podría
morder con mis pobres palabras.
Soy un merodeador de la sombra
y desde allí pronuncio tu nombre
sabiendo que queda muy lejos
la dulce claridad en que habitas.
Y lo peor de todo este absurdo
es que en medio de tanta nada
donde todo parece un juguete
sólo el dolor es lo verdadero.


MELODY

Una fuerte nostalgia me invade
al ver otra vez ciertas películas,
tan enorme como el océano
que ocupa mi corazón oscuro.
Con “Melody” me sucede eso
ahora que tengo un cuerpo triste
y el recuerdo de la inocencia
parece un campo lleno de yuyos.
Oh dulce amor del tiempo sagrado
en que la belleza estaba intacta
y el tierno jolgorio de los pájaros
no había dimitido ante las furias.


LA NIÑA DE LAS GALLETAS

En el tarro de “Mil Delicias”
sonreía una niña preciosa
que llevaba hasta sus labios dulcísimos
una de esas galletas de ensueño.
No estaban los pesares entonces
ni estos deseos de morirse
en el infierno de una existencia
sometida al suplicio de Tántalo,
todo era por demás sencillo
como el hechizo de aquel dibujo
que ya ni se ve bajo las lluvias
y las neblinas de la nostalgia.


COSITAS

Eran cosas pequeñas aquellas
que guardaba en el viejo armario:
el Anteojito número uno,
el martillo hecho en el colegio,
el mechón de esa compañera
olvidada ya desde entonces.
Desaparecieron sin mi auxilio
en la tempestad de los días
cuando dejé de ser un niño
para empezar a morir en silencio.
Dónde estarán sus pequeñas manos,
su frágil corazón de almíbar.


LA INDIFERENCIA

Duro metal la indiferencia,
demasiado duro para el alma,
más cuando viene de un ser preciso
en cuyo corazón no cabemos,
duele esa impotencia amarguísima
de no alcanzar un sentimiento,
de no significar, de ser nada
con tanto amor quemando en la sangre,
pasar, pasar donde uno desea
quedarse quieto para siempre
junto al calor de ese cuerpo dulce
que tiene nuestra sangre y lo ignora.


LAS PALABRAS

Y son tan vanas las palabras,
tan estéril el razonamiento,
tan poca cosa los versos rotos
que se desprenden de la basura,
hoy como ayer, lo mismo, mañana
la invariable fijeza de todo,
la misma fuerza estúpida y ciega
de las erinias primordiales.
La inteligencia del hombre ha hecho
del paraíso una ciénaga
y en ella regodea su carne
acostumbrada a las traiciones.


EXPRESO DE MEDIANOCHE

Esta noche será, lo presiento,
voy a tomar el tren del olvido.
Cuando mi frente se hunda en la almohada,
cuando los murmullos desaparezcan
y los sentidos ya no sufran
vendrá ese expreso de medianoche.
Me iré por los caminos azules
que la luna teje en el aire
como en esas horas tan dulces
de la infancia despedazada.
Y ya no sangraré por tu amor
porque estaré en el tren del olvido.



MUERTE POBRE

Un hombre agoniza en la sala
pero la clínica está en silencio.
Los médicos cruzan sin mirar
porque al parecer ya es muy tarde
y hay que atender a demasiados
que todavía tienen esperanzas.
Qué trayectos habrán hecho sus pasos
a través de los años, qué historias
de ensueños y amores marchitos
para llegar a tanto abandono.
Y aún en medio de esta iniquidad
la muerte que sigue demorándose.

ESE INSTANTE

Te tuve entre mis brazos vacíos
aquel atardecer del verano
bajo un cielo quemado en la luz
que hacía estallar sus sábanas blancas,
y las formas del aire cuajaban
en el capricho de la alegría
que el corazón gozaba a pleno
por contemplar el mundo abrazándote.
Fue tan fugaz ese instante
como la pompa de una fiesta
pero es el único instante mío
que yo quisiera en la eternidad.


LLUVIAS DE LA INFANCIA

La lluvia baja por los techos
haciendo resonar la nostalgia,
con ella vienen los patios
del pueblo de la infancia feliz,
las épocas de la ternura
y de la inocencia acurrucada
como el rococo bajo la piedra
que lo cobijaba del desprecio.
Dulce ignorancia de la maldad,
persiste aún esa fragancia
de los yuyarales empapados
bajo las lluvias torrenciales.


PÉRDIDAS

Lo que se pierde se pierde
y nunca más se recupera,
rompecabezas de un segundo
en el incesante naufragio.
Queda toda la vida
para añorarlo hasta la angustia.
Y esa forma que tuvo
cuando uno fue feliz y libre
sólo es memoria que insiste
sobre lo que ya no ha de ser,
un cuchillo lento que sangra
sin cesar por las venas abiertas.


EUTANASIA

Hay aquí cosas que sujetan
y que no son las ganas de vivir,
funcionan cuando uno ha perdido
las perspectivas hacia el futuro,
cuando el recuerdo de las épocas
en que se pudo sonreír
llega como un hierro cortante
sobre las carnes de la desgracia.
Son los acicates del dolor,
los duros garfios de la moral
que permanecen para impedirnos
hasta la selección de una tumba.


SÓLO ME QUEDA LA POESÍA

Amor, sólo me queda la poesía.
Sólo me queda tu imagen
atravesando los corredores
de la lluvia que no termina.
Lo fui dejando todo en tus manos,
me dediqué a perder lo que quise
para no anhelar otra cosa
que tu nombre grabado en mi carne,
despojo de las edades muertas
mi corazón domó su egoísmo
con la brutalidad del rebenque
que le despellejó los deseos.


LA DULZURA FINAL

Ha de ser dulce recogerse
en los brazos de la inconsciencia
junto a la espesura del barro
que han ido amontonando las lluvias,
sin conservar ni un rastro
del tránsito por este mundo
como si las sombras ulteriores
fueran un agua purificante.
Ha de ser dulce no sentir
el musgo tenue que avanza
a la manera de un beso azul
sobre la piel de las estatuas.


LA POESÍA

Con pedazos de tardes rotas,
con huesos helados por la noche,
para sobrevivir a tu ausencia
fui golpeando en el yunque estos versos,
llegó el momento en que escribía
sólo para no quedarme muerto
a la manera de esos santos
con los ojos de yeso en el aire
y comprendí la soledad de los días,
la certeza de no esperar nada
como esos pichos que hay en el centro
perdidos entre la multitud.


LA DIOSA

Eres como una diosa, te dije,
eres como Diana, la cruel,
que nunca ha de ceder un pétalo
de su maravillosa flor,
eso eres para mí que apenas
sigo en la selva de las palabras
el rastro que tus pasos
dejan sobre las albas vacías.
Tus perros custodian
las duras armas que dejaste
para sumirte en las aguas
y convertir en chispas tu piel.


NUDEZ

Estos poemas van desnudos
de ropa, de color, de luz,
no aspiran a nada y no quieren
dejar su memoria en nadie,
son como los animales
que andan sin saber por qué
y deambulan por los caminos
hasta que la muerte los llama.
Son como yo que no espero
lo que hasta hace poco esperaba
cuando me emocionaba la idea
de encontrarte y charlar con vos.


LA PAZ

Después de cumplidos todos los signos,
de haber bebido hasta el último acíbar
y de salvarte de la locura
resultará posible la paz.
Mientras tanto la guerra es atroz
y te hundirá en aguas terribles
y te hará envejecer por todo
lo que se te venía conservando,
te hará suplicar por una piedad
que no se ofrece con su luz
sino hasta que en las manos de Dios
te hayas vuelto una arcilla sin forma.


COQUITO

Me voy con vos Coquito
a esa región sin regreso
donde el cuerpo ya no padece
y el corazón se olvida de todo.
Te vi esa noche de verano
mientras olfateabas las hojas
con el gesto tuyo tan tierno
de acariciarlas con la mejilla
y después ya no te vi más
porque la muerte vino a buscarte
como me va a buscar a mí
durante esta larga madrugada.


LOS 40

Y fue la década del cuarenta
tu tiempo de ser joven y alegre
como la música cantarina
del arroyo entre la espesura,
pompa de jabón en el aire
que refleja la luz y estalla
instantánea entre los rosales
de la tarde que muere.
Ah corazón desilusionado
que anhelo escondes todavía
cuando ya está convertida en polvo
la dulce flor del principio.



3


LA IGNORANCIA

Amor, a veces pasan las cosas más oscuras,
cosas que no previmos ni en los sueños más tristes,
y la vida parece que se vuelve un barquito
perdido en la garganta de un mar inaccesible.

No hay animal de cerda ni de testuz ferrosa
que aguante el chicotazo sangriento de la suerte
cuando es la ira de Dios la que ha sobado el cuero
y es su venganza el golpe que hace crujir los dientes.

Y así andamos a tientas bajo un cielo de plomo
cuyo horizonte muere con la tarde más negra
sin que podamos ver lo que hay detrás del velo
con que la noche oculta sus formas a la tierra.

Amor, nada sabemos y sin embargo hablamos
como si las palabras pudieran ser las cosas
pero es sólo el dolor quien nos dice de veras
que al fin y al cabo el tiempo nos meterá en su bolsa.


ARBOL FINAL


Vida ¿quién eres tú? ¿por qué vienes conmigo?
Todo ha pasado y sigues como un viejo testigo
de las cosas amadas que tuvieron su día
y hoy sólo son cenizas sobre la piedra fría.
Has estdo en mi sangre durante tantos años
pero todos tus signos me siguen siendo extraños
y has de dejarme pronto sobre el sendero oscuro
convertido en un árbol marchito y sin futuro.


VISIÓN

Soy un pasante de la vida,
casi no entiendo nada en ella
pero en la oscura noche sin astros
vagué por altos pensamientos.

Allí alcancé por un instante
la extraña luz de una selva
repleta de árboles cuyas copas
llegaban a alturas imposibles.

La tenue delgadez de sus troncos
se pandeaba en el aire quieto
como si un blando vidrio aferrara
tanta elegancia y dulzura.

Y una llovizna finísima
transfiguraba toda el aura
para convertirla en un ángel
que me anunciaba toda la gloria.



A BORGES

No habrá otro como vos, Borges querido,
con tal maestría para unir las cosas:
la espada y el aroma de las rosas
y el color de la tarde que se ha ido.

Todo fluye y se va con el sonido
de las maderas lentas y quejosas
mientras el relicario en que reposas
ya consagró sus glorias al olvido.

Pero persiste una melancolía
serpenteando en la paz de los zaguanes
y en el patio al que bajan las estrellas.

Y por las calles tu ansia que solía
trajinar al ocaso sus afanes
para dejarnos tantas cosas bellas.



TRISTE

Soy triste invariablemente
sin que lo pueda evitar,
las penas son de mi frente
como las playas del mar.

Pero la vida persiste
y el corazón no se entrega
por más que se sienta triste
y la esperanza ande ciega.

Continuidad de la historia
con su alfombra de cenizas,
mezcla de angustia y euforia
sobre las tierras plomizas.

Antigua sombra que baja
desde las altas estrellas
y hace del mundo una caja
de sonoridades bellas.

Qué extraña forma sujeta
de un hilo de fantasía
que hace a la voz del poeta
volver por donde venía.

Dulzor que sigue en la rosa
de los jardines desiertos
y evoca en su luz radiosa
la humilde paz de los muertos.



A FEDERICO GARCÍA LORCA

Poeta, con tu canto iluminaste la vida
y abriste los senderos de la fértil belleza,
un dios ejecutaba en tu lira estremecida
los arpegios que el cielo cifraba en tu cabeza.

Un viento negro y fuerte se encrespaba en el alba
cuando ibas persiguiendo tus metáforas de oro
por los bosques de Diana y en las cumbres de malva
salmodiaban las musas del apolíneo coro.

Entre castos cipreses y robles aromáticos
se acidulaba el tenue rubor de la aceituna
y era tu hechizo un duende trepándose a los áticos
para regar los muebles con aguas de la luna.

Entre el romanticismo incendiado de quimeras
y el más tenso y sublime rigor del siglo de oro
tu acento hizo equilibrio en las divinas riberas
del Dauro a quien Granada confiaba su tesoro.

Manolas y gitanos aprendieron tu canto
y lo llevaron vivo por selvas y montañas
porque en él se encarnaba el misterio de su llanto
y el dolor que quemaba sus místicas entrañas.

Cuántos siglos pesaban sobre tu sentimiento,
ciegos rastros de Iberia y de ensoñación romana
y un numen angustiado por fijar el momento
con un pincel repleto del sol de la mañana.

Joven de voz más pura que el agua de la fuente,
rojo cristal trizado por la sed de tu España
donde fue el odio un duro martillo indiferente
para aplastar las flores de la materna entraña.

Dios te guarde en su gloria como un diamante eterno
y apaciente las ansias que libró en tu ternura,
lejos ya de este mundo con su cielo y su infierno
y de las tristes piedras que hay en tu sepultura.


LLANTO POR MARÍA ANTONIETA

Infortunada reina, qué espantoso castigo
para un crimen del cual no tuviste conciencia,
un huracán de barro fue tu negro testigo
cuando la muerte vino a reclamar tu existencia.

Sobre tu débil carne de mujer, de repente
cayó un odio de hierro que arrasaba montañas
y una crueldad antigua se cebó con tu frente
para hacerte sentir la más feroz de las sañas.

Te hicieron para un mundo que se estaba acabando,
para un jardín repleto de aromas y de ensueños.
Te hicieron creer divina sin decirte hasta cuándo
iban a florecer tus jazmines pequeños.

Y tú hiciste las cosas que te dijeron que hagas
sin pensar en un tiempo que no reconocías.
Una pompa interpuso sus esplendencias vagas
entre el horror y el cielo inocente que vivías.

Era imposible odiarte, paloma encantadora,
inconcebible un golpe en tu rosada mejilla,
fuiste sólo una ofrenda de la funesta hora
en que por propio peso la realidad se astilla.

Rosa de los Habsburgo, eras tierna y mimosa,
eras madre y amabas con pasión a tus hijos,
nadie te dijo nunca de pensar otra cosa
sino en tu dulce empíreo de resplandores fijos.

Y fue todo tan cruel, tan violento y oscuro.
Asesinando guardias con las manos desnudas
las Furias del destino destrozaron tu muro
y desde entonces fueron todas tus voces mudas.

Muda quedó tu sangre cuando tu rey amado
subió a enfrentar el golpe que siega y extermina
con el loco designio de cifrar lo acabado
bajo el espanto que hizo rielar la guillotina.

Y el hijo de tu carne sin piedad te arrancaron
y te dieron prisión en una porqueriza,
y en apenas dos meses horribles se trocaron
tus cabellos de miel en ríos de ceniza.

Ah dolor que no cabe en el alma del poeta,
ah pena que socavas los cimientos del mundo,
nadie ha sufrido tanto como María Antonieta,
nadie ha llorado un llanto más negro y más profundo.



EXCALIBUR (muerte del Romanticismo)

La invicta Excalibur en el fondo del lago
ya lleva más de nueve siglos aletargada
sin defender a Camelot del insaciable estrago
que arrastró su gloriosa quimera hacia la nada.

Pasó Arturo en el lomo de su caballo blanco
cruzando la maleza de los muertos jardines
y sólo halló los filos del zarzal en su flanco
y un sol sangriento al fondo de los negros confines.

Su pradera es la noche, su palacio es la brisa,
los cánticos triunfales el silencio infinito.
¿Dónde estará Ginebra con su hermosa sonrisa
y con el dulce acento de su boca bendita?

Ella con el fulgor de sus ojos serenos,
y la humildad que ornaba su paso de doncella,
trajo el divino antídoto de todos los venenos,
¿cuál será en ese cielo el resplandor de su estrella?

Triste cabalga el rey a perderse en la sombra
y el paisaje se agranda con su melancolía,
son fantasmas del viento los que su acento nombra
con los metros que entonces tejió la fantasía.

La realidad del tiempo cubrió de un polvo vago
los joyeles magníficos del Romanticismo
y Excalibur perdida en las honduras del lago
ya no encuentra esa magia que la alce del abismo.



AJEDREZ

Jugamos un ajedrez intrascendente. Yo moví un peón y vos me respondiste la jugada. A la distancia, por medio de mensajes cifrados, desarrollamos la partida. No avanzó mucho. En un determinado momento te cansaste de la tontería y te fuiste dejándome solo frente al tablero. Pasaron días, meses, años. Vino la primavera con su traje blanco. Vino el verano con su traje verde. Llegó el otoño arrebatando los colores y el invierno tiñéndolos de nada. Pasó mucho tiempo, lluvias, soles, odios, guerras, amores y desencuentros. Pasó toda la historia con su carga de muerte y soledad. Las hierbas crecieron en el patio y lo pusieron ruinoso y melancólico. Y no volviste más. Y yo me quedé allí, frente al tablero, sin tocar más una pieza y esperando en vano verte llegar hasta el jardín para responder a mi movida.

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