viernes, 19 de marzo de 2010

LA GLORIA INVISIBLE

Mujer dulce y hermosa, por ser varón te quiero
y adoro sin medida tu exquisita finura,
pero es mi alma el rehén de tu aroma hechicero
y es un ángel celeste el que mi interior fulgura.

No es la brasa carnal ni la lujuria ciega
la fuerza que me arrastra como un viento furioso,
mi ansia es grulla celeste que naufraga y se anega
sin manchar su plumaje en el aire borrascoso.

Por hombre anhelo el sol de tu cuerpo femenino
y por tu gracia sueño en un abrazo sin pausa
con los vastos secretos de un oscuro destino
que ha encontrado de pronto su final y su causa.

Pero no a la manera de la carne que obtiene
toda su recompensa en el contacto tangible
porque mi alma es un ave y tan sólo se detiene
frente al jardín sagrado de la gloria invisible.

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